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LETARGO

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                                          Vivir                    para desangrarse                    y hacerse un torniquete                    con la venda de los ojos,                    o morir.                    Para encontrar                     en el inconsciente miedo                    la libertad olvidada                    y hacer de lo malo conocido                    algo bueno por conocer.     ...

Los días que nos separan

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    LOS DÍAS QUE NOS SEPARAN ¿Recuerdas el sitio del que te hablé? He vuelto. Lo sé, no te gusta que suba hasta allí porque tiendo a perderme. En mi defensa diré que lo intenté —quedarme a tu lado—, pero no encontré motivos. Los busqué, llegué casi a inventarlos aunque una decepción me llevó a otra peor y, escalón a escalón, me alejé del suelo. Las raíces que me aferraban a éste se enredaban en la barandilla e impedían la huida. Se adherían a mi piel despertando su memoria; dolía tu recuerdo. No paré y, resquebrajados por doquier, dejé los vestigios de mi apego, muerto e inerte.  Subí hasta el último peldaño, y ahí estaba, nada había cambiado. Cuatro paredes garabateadas con palabras que nunca fueron pronunciadas, desorden y caos. Al fondo, una puerta entreabierta: mi azotea.  Salí y me senté en la cornisa, como hacía antes de tí, desafiando la gravedad con el balanceo de mis piernas sobre la nada. La ira crecía y con ella mi bamboleo —es lo que tiene la ir...

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

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      Aquel, no iba a ser un día cualquiera en el Edén. Allá, en lo alto del jardín, Dios observaba su obra meditabundo y con enorme pasión en sus ojos. “Todo esto no tendrá sentido si no hay nadie que lo habite y lo llene de vida”, pensó.  Y fue de esta manera como Dios creó la gran obra, a su imagen y semejanza: Eva, nuestra primigenia. Ella poseía su misma capacidad de amar, de entrega y sacrificio; inclusive la había regalado el don de la creación. Era realmente perfecta. Eva era feliz, y él con ella. No obstante, un buen día, decidió que necesitaba compañía. —Eva, pasas mucho tiempo sola, crearé para ti un compañero. —Umm…gracias, pero no es necesario. Soy bastante independiente y no echo en falta a nadie. —Esa es mi mayor preocupación, créeme. Necesitas sentirte parte de alguien Eva, que os apoyéis mutuamente y, sobre todo, vivir en pareja. —Sin ofender, Dios, no me atrae la idea. Pero, dime ¿sería como yo? —No lo tengo claro, pienso que lo mejor s...
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        TRES NO SON MULTITUD     Oigo la cama protestar y agudizo mis sentidos; creo que alguien se ha levantado de ella. Maldito chirrido.   “Debería haber cambiado el colchón hace tiempo ” me recuerdo y prometo que de esta semana no pasa. Con ello, mi mente se dispersa.  Descarto que sea mi marido que yace a mi espalda, una mano está posada en mi nalga; la otra está enredada en el pelo, mis rizos se tensan ante un movimiento de sus dedos, me pregunto qué estará soñando porque si algo me fascina es que  hasta durmiendo es posesivo.  Abro los ojos y veo a Alexa, se viste con sutil delicadeza para no despertarnos. Observo su desnudez, impávida y provocadora, que me recuerda el sabor que han dejado sus senos en mi boca. Es deliciosa, siempre tan dispuesta a eclosionar una primavera entre nuestras frías sábanas.  Lentamente veo como sube ese minúsculo tanga por sus redondas caderas, sabe que la observo y se deleita colocando...

Preludio: el negro y la garlochí

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Verás que te como un día:  No te  dejaré ni un hueso por abrir la puerta mágica, la de todos mis desvelos. La noche fue  de satén y con voz de terciopelo, de la mano de la Mayte escaparon mis infiernos. Infierno que desataste  por esa tristeza en cueros que ocultabas tras canciones donde ahogabas tus deseos. Ay, mi negro, no te achiques, siente asumiendo los riesgos sin medidas y a lo loco para lo malo y lo bueno. Y si el corazón se jode de tantos experimentos aliviaremos el alma como nosotros sabemos. Ay, mi negro, no me falles que tú la puerta has abierto recorreremos la ruta de tu verbo sempiterno. TIEMPO DE AMAR (El negro y la Garlochí)

La petite mort

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Será que mis labios tiemblan y ya me temo el desastre, al sentir tu boca cerca de mi cauce al derramarse. Mas yo no tengo paciencia y dejo soltar amarres; tú desdibujas mis penas al zambullirte en mis mares. Las olas que nos arrecian rompen en finos corales que custodian mis caderas por estos sismos salvajes. El terremoto me acecha, mi epicentro se contrae; rasgo la cuerda que tensa mis instintos más carnales.                 

La piel que habito

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       En la corteza de un sauce        bajo sus ramas lloronas,        el oscuro símil late        en mi piel como la roca       Agrietada por el trance       del amor y demás cosas;       ruda corteza que parte       mi frágil escama rota.       Visto mi traje de látex       y me convierto en leona       con mi corazón de jade       desinfectado de esporas.      Soy lo que no dice el aire,      guardián de mi fría alcoba,      testigo de mi desgaste      y del mal que a mí me asola.