Escucho la nada tras tu ausencia. Sí, el silencio se oye: es ensordecedor. Me has dejado en cueros con tu marcha. El abrigo de tu piel cubría mi deformidad: las escamas. No me queda más piel que mudar, la malgasté en otros tiempos, en otras vidas; al igual que dilapidé mi corazón y mis pulmones en el empeño de mitigar la hambruna por el amor prefabricado. Tras la crueldad de tu partida vuelvo a ser el híbrido, la mujer pez cuyas branquias no se adaptan a este inhóspito desierto. El lastre de la ambivalencia de tus sentimientos desequilibra el “fiel” de mi memoria que me transforma en el ser mitológico. Y me hallo en la escama de una sirena, en su quietud porque rota la fe permanece la espera. Mientras, mi voz se emancipa de un posible anhelo y entona un canto no verbalizado carente de verdad alguna . Te amarras a las cadenas del pasado para no sucumbir a la seducción de la melodía, entretanto, tu barco se diluye en una realidad que adquiere sentido para los demás, pero no para nosotro
Si describes con ello
ResponderEliminartodo lo que aportas
en este genial poema,
Se puede soñar
por mucho letargo que se tenga.
Escribes excelente.
Abrazos poéticos.
Gracias por esta grata visita amigo Joaquín y por tu lectura.
EliminarSolo soy capaz de meter en cintura a mi sensibilidad cuando escribo.
Un abrazo grande
Vivir, extensa palabra. Vivir, vivir para morir, o incluso vivir la muerte. Es extensa también la vida, o la extendemos tanto como podemos.
ResponderEliminaruna maravilla de blog y de letras
ResponderEliminarGracias a ti siempre por venir a esta mi casa!!! Y sobre todo por tus palabras! Un abrazo enorme
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