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Mostrando entradas de junio, 2020

Híbrido

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Escucho la nada tras tu ausencia. Sí, el silencio se oye: es ensordecedor. Me has dejado en cueros con tu marcha. El abrigo de tu piel cubría mi deformidad: las escamas. No me queda más piel que mudar, la malgasté en otros tiempos, en otras vidas; al igual que dilapidé mi corazón y mis pulmones en el empeño de mitigar la hambruna por el amor prefabricado. Tras la crueldad de tu partida vuelvo a ser el híbrido, la mujer pez cuyas branquias no se adaptan a este inhóspito desierto. El lastre de la ambivalencia de tus sentimientos desequilibra el “fiel”  de mi memoria que me transforma en el ser mitológico. Y me hallo en la escama de una sirena, en su quietud porque rota la fe permanece la espera. Mientras, mi voz se emancipa de un posible anhelo y entona un canto no verbalizado carente de verdad alguna . Te amarras a las cadenas del pasado para no sucumbir a la seducción de la melodía, entretanto, tu barco se diluye en una realidad que adquiere sentido para los demás, pero no para nos...

El último viaje

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Un número hubiera marcado la diferencia.  191, tú, conmigo.193, yo, contigo.  Todo apuntaba hacia esas dos variables, pero un pequeño detalle cambió la historia: unos zapatos.   Los que tú me regalaste, ¿los recuerdas? Eran un capricho, poco práctico por su altura, por eso los guardaba para una ocasión especial. Los mismos que aquel día se negaban a seguir tus pasos que acelerados rehusaban perder ese tren. Quizá sabían que se dirigían hacia un futuro incierto. No lo sé, siempre fue un misterio aquella elección.   Tú sonreías ante la situación…  « No te preocupes, estás guapísima. Marcho sin ti, eso sí, te veo a la hora de comer, pequeña. No puedo perderlo».   Y me robaste un beso, el último. No te volví a ver jamás. Solías decir que había destinos a los que se necesitaba ir solo. Ni siquiera imaginaba que aquel sería un viaje solo de ida. Y lo peor, sin mí.  No sé si fueron minutos o segundos los que pasaron cuando el cielo se tiñó de n...